Esta es una nueva versión de un texto escrito hace dos años, cuando se cumplían 30 de la muerte de Ian Curtis, así como del lanzamiento del disco Closer. De ahí su contenido.
En 1980, salió al mercado un disco que marcaría toda una época. Se morían los setentas y, en medio de aquella decadencia donde el rock progresivo y el punk daban sus últimos alaridos, Joy Division grabó lo que, a la postre, sería su último álbum de estudio. Increíble pensar que este era, además, el segundo que realizaban. Closer significó, para la agrupación de Manchester, la consagración definitiva como banda de culto.
Pero
lo que verdaderamente convirtió a Joy Division en leyenda no fue solo su música
innovadora y desgarrada, sino, particularmente, la imagen “maldita” de su
vocalista y líder Ian Curtis, front-man
inigualable que nos dejó, con un inmenso legado musical, hace 32 años.
El “poeta
maldito” de Manchester
Ian Curtis |
Ian
Kevin Curtis nació el 15 de julio de 1956 en Manchester, Inglaterra. Con una
personalidad solitaria y sombría, fue un gran admirador de escritores como Franz
Kafka, William S. Burroughs y Friedrich Nietzsche, y músicos como David Bowie,
Iggy Pop y Jim Morrison.
Con
tan solo 19 años, se casó con Deborah Woodruff, una compañera de escuela quien,
entonces, tenía 18 años.
Mientras
tanto, su pasión por la música crecía, influenciado, inicialmente, por las
bandas inglesas del momento, en especial Sex Pistols, la banda punk que vio en
concierto junto a Bernard Sumner y Peter Hook el día que se conocieron en 1976,
y que fue el inicio de lo que sería Warsaw y, finalmente, Joy Division.
Con
Curtis en voz, Sumner en guitarra y Hook en bajo, reclutaron al baterista
Stephen Morris, con lo que el cuarteto estaba listo para empezar a componer
canciones y grabar su primer LP. No obstante, ya por aquellas épocas, Ian
Curtis empezaba a mostrar los primeros signos de la epilepsia que le fue
diagnosticada en enero de 1979.
A
pesar de ello, meses después lanzarían su álbum debut: Unknown Pleasures. Su sonido pospunk fue una novedad para la época;
sin embargo, el disco pasó casi desapercibido, pero esto contrastaba con la
fuerza del grupo en cada concierto. Años después, Peter Hook declararía sobre
aquella época: «Éramos un gran grupo en aquellos tiempos, tan jóvenes y
energéticos; en directo, íbamos a lo que venga. Al mirar al público me decía,
Dios mío, parece que se están matando entre ellos. Nunca entenderé de dónde
demonios sacaban esa energía».
Quizá
la respuesta estaba en las intensas performances de Ian al interpretar cada una
de las canciones, donde realizaba unos bailes muy personales que hacían pensar
en los ataque de epilepsia que sufría. Basta con recordar la presentación de la
banda el 15 de setiembre de 1979 en una de las Peel Sessions en los estudios de
la BBC de Londres, donde interpretaron espectacularmente “Transmission” y “She’s
Lost Control”.
Closer
y el final
Todo
parecía ir bien: con solo un álbum grabado, había gran material listo para ser
utilizado en las siguientes producciones. A comienzos de 1980, el grupo comenzó
una serie de giras que debilitaron el estado físico de Ian Curtis, esto sumado
a su enfermedad que empeoraba, el repentino divorcio con Deborah —recordemos el
affaire de Ian con la belga Annik
Honoré— y una hija que había nacido meses atrás. Todo esto lo tenía intranquilo
sin poder concentrarse en sus proyectos con la banda.
Aun
así, el segundo LP se grabó en marzo y se esperaba su lanzamiento para mayo,
pero los problemas internos lo dilataron. Ian Curtis pasaba por una etapa
sumamente depresiva por los constantes problemas que tenía, lo que nunca logró
superar.
La
mañana del 18 de mayo de 1980, Deborah llegó a casa y encontró el cuerpo sin
vida de Ian. El líder de Joy Division se había suicidado colgándose en la
cocina, luego de haber tenido uno de sus muchos ataques epilépticos.
La
escena musical quedó consternada. Sin embargo, aún no se daba cuenta de la
magnitud de esta pérdida.
Dos
meses después, salió a la venta Closer,
considerado, por muchos, su obra maestra. «Sumamente depresivo, toda una
genialidad y punto de partida para muchas obras que luego se gestarían en los
ochenta. “Twenty Four Hours, “Atrocity Exhibition”, con sus magníficas paredes (…),
los climas sintetizados de “Isolation”, “Heart and Soul” y la espléndida “Decades”.
En fin, un disco en donde la electrónica del productor Martin Hannett tomó mayor
relevancia, creando atmósferas tristes y angustiosas, ideales para las
composiciones de Ian Curtis», comenta el crítico de rock Eduardo Lenti.
De
este modo, Closer significó el punto
de partida para una nueva oleada de grupos musicales: los sintetizadores
mezclados con las reminiscencias del pospunk marcaron la tendencia musical de
los ochenta con bandas como The Cure, Bauhaus e Interpol.
Posteriormente,
salieron discos con las canciones inéditas del grupo, lo cual terminó por
confirmar y engrandecer la imagen de Ian Curtis como uno de los grandes del
rock.
Sumadas
a las brillantes piezas de sus dos álbumes iniciales (“Shadowplay”, “Disorder”,
“New Dawn Fades” del Unknown Pleasures o “The Eternal”, “Colony” del Closer), canciones como “Digital”,
“Transmission”, “No Love Lost”, “Ice Age”, “Atmosphere” y, por supuesto, “Love
Will Tear Us Apart” demostraron que Ian Curtis y Joy Division siempre
permanecerán en el recuerdo y, claro está, en los oídos de todos sus fieles seguidores.
1 comentario:
IAN IS ETERNAL
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